De armatostes cibernéticos hemos visto ya de todo.
De diseño digno de la empresa Apple (’Yo Soy Robot’),a carromatos ochenteros (’Cortocircuito’), o de muy buen ver (’Simone’). Clásicos de ciencia ficción con piel humana (’Alien’), vaqueros (’Westworld’), asesinos (’Terminator’), policías (’Robocop’) y hasta perros (’Rottweiler’).
La lista es interminable, y la sobredosis de CGI con tuercas comenzó en el 2009 con ‘Transformers’. Desde entonces han pasado por la pantalla el magnífico ‘Wall-E’, el monstruoso Gort (’Ultimatum a la Tierra’) y la retahíla de cachibaches de ‘Terminator Salvation’.
Por eso cuando se estrena un film con robots y utilizando la tecnología presente uno no puede dejar de preguntarse, ¿qué la diferencia de la saga Bay?. ‘Acero Puro’ se diferencia en todo, menos en rematar una buen concepto inicial, un virus que afecta a todas las máquinas desde hace años.
Shawn Levy es un director al que uno puede acudir si quiere filmar una película de corte familiar. No se marca extravagancias, mantiene la cámara en su sitio y apuesta siempre por una fotografía donde un niño de 9 a 11 años no falte. Es sello de la casa.
‘Acero Puro’ es una muesca más en su revólver, y me debato entre si el film es el entretenimiento (a trompicones) justo para esta época del año por lo que cualquier defecto de forma es perdonable...o que una historia tan lineal, por mucha espectacularidad que tenga en un par de escenas, termina por ser algo visto 100 veces.
Me inclino por una mitad ponderada entre las dos. ‘Acero Puro’ la hemos visto ya en ‘Papá por Sorpresa’, en ‘Un Papa Genial’ o en cualquier otra donde un hombre que inesperadamente se encuentra con un hijo/a ya crecidito:
a) primero lo rechaza. Ya no está para esos trotes y es un cargo muy grande.
b) se va acostumbrando mientras un tercero ajeno (asuntos sociales, madre desaparecida, gobierno) arregla los papeles para mandarlo a otro sitio.
c) coge cariño. Peligroso.
d) un mar de lagrimas cuando se van a separar y finalmente retoman relación padre e hijo de por vida, caminando hacia la puesta de sol.
Esta película mantiene la misma fórmula: Charlie Kenton (Jackman) es un ex-boxeador que en un futuro no muy lejano malvive de apuestas y peleas clandestinas entre robots. Cuando un amor del pasado muere y debe hacerse cargo de su hijo (Goyo), el rudo padre tendrá que quedarse con él durante unos meses, en los que el pequeño encontrará a un robot desahuciado, ambos lo entrenarán (uniendo lazos) y que se convertirá en ‘Atom’, todo un campeón.
Sí, uno sabe cómo acaba cuando sólo llevamos 15 minutos de metraje, hasta incluso puede visualizarla con los ojos cerrados, pero OJO, que el esquema sea manido no significa que sea un bodrio.
No es original la trama de relación padre-hijo, pero sí está bien organizada, decentemente escrita y no resulta demasiado cargante. La bordería inicial entre ambos y el hablarse las cosas claras (el primer encuentro entre los dos es demoledor) ayuda mucho a no ser un pastel intragable.
¿Pero esto va de robots, no?, pues sí, pero no todo lo que nos gustaría. 110 millones de dólares dan para hacer buenas escenas, que las hay, pero no para mantener robots digitalizados una hora y media, como el Sr. Bay, lo que hace ser al público muy exigente con este género.
Las peleas entre los verdaderos protagonistas del film, tanto clandestinas como en circuito oficial son ese balón de oxígeno que se le da al espectador para que no se aburra con la trama ‘emocional’. Técnicamente son impecables, y el Estudio es el mismo de ‘Transformers’, por lo que algo habrán aportado para que los robots se vean impresionantes en algunos momentos.
Impresionantes, no perfectos. No sé si algún día resoplaremos igual que cuando por primera vez vimos el T-1000 de ‘Terminator 2′
‘Acero Puro’ que bebe de ‘Rocky’ y se nota para plasmar el ring y la emoción del combate, podría haber caído en algo ridículo si hubieramos asistido a un amasijo de hierros golpeándose sin más y mal ejecutados, pero se ha rodado de la mejor forma que se podía tratándose de que al final son dos robots dámdose de leches.
Eso sí, no entiendo si el final que ha llegado a las pantallas es un pie y medio en la secuela o una moraleja que sólo se vende a críos pre-adolescentes.
Hugh Jackman, te espero en ‘Wolverine’. Siempre eficaz para llenar la pantalla pero en un film tan familiar y tan ‘blanco‘ chirría un poco.
¿Que se podía haber realizado un film con masacres robóticas sobre un cuadrilátero que no dejaran ni un segundo de respiro?, algo así como un ‘Gladiator’ con tornillos. Pues ese hubiera sido un ‘Acero Puro’ muy diferente y quizás más cercano a la idea que teníamos cuando veíamos los trailers.
Lo que llega a los cines es básicamente una película para ir en familia, sin palabrotas y sin que chorree aceite a borbotones, buscando la lágrimita en ciertos momentos y reservando otros para agotar el cubo de palomitas.
Blockbuster navideño (en España) y tan inocente como un bebé de 6 meses.