Esto de la jugabilidad no siempre ha estado claro, y los ‘intentos de’ se siguen sucediendo desde el principio de los tiempos del videojuego. El empeño actual de dar con un nuevo ‘motion controller’, sea como imitación burda de Wii o como un deseo de llegar un paso más allá haciéndonos mover a lo Jamiroquai frente al televisor (Natal), no dejan de ser en el fondo nuevas tentativas que no evitan la certeza de que más que la fórmula importa su materialización: no se logra algo divertido por un concepto, sino por cómo acaba siendo el producto.
En ese sentido Wii se podría haber ido a tomar viento de no ser porque Nintendo estuvo ahí para darle un verdadero catálogo con contenido, mientras el resto de compañías, incapaces de escapar al mimetismo de sus lanzamientos –o de dar un uso mínimo al Wiimote en algunos juegos– dibujaban un paisaje desolador de productos de segunda con curiosidad puntual incorporada al manejo.
Ahora bien, como fórmula que de por sí nos parece absolutamente fallida, por más que alguno de los veteranos pasara parte de su infancia destrozando controladores con ellos, la que representa Hyper Sports a algunos nos parece lamentable ahora, y nos parecía lamentable entonces.
Un Joystick clásico, víctima habitual de este tipo de juegos.
El concepto, deja sobre todo en evidencia la escasez de recursos y de ideas a la hora de buscar nuevos títulos y géneros. Porque ¿cómo hacer que un juego de competición de, pongamos atletismo, sea posible? Pues nada, obligando al usuario a machacar sus dedos basándose únicamente en la rapidez, que para más inri este confundiría con la fuerza, destrozando por el camino los botones de numerosas recreativas –más preparadas para estas cosas– y de innumerables joysticks, precursores de los pad cuyo diseño era el menos aconsejable posible para este género: basado únicamente en mover con rapidez de un lado a otro el mando, antes o después lo finiquitaba haciéndonos pensar en algún tipo de contubernio con los vendedores.
Lejos de limitarse al género puramente deportivo que representó Konami con su ristra de Hyper Sports, muchos otros títulos hicieron uso de este endiablado mecanismo, entre los que destaca Combat School, un juego que entonces nos llamaba la atención y nos resultaba especialmente atractivo, hasta que volvíamos a apreciar que acabábamos de finiquitar otro Joystick. Hala pues.
Un clásico que volvió a reventar joysticks a quien no reventaba sus teclados.
También es de reseñar que no todos hicieron gala por el camino de idéntica falta de sentido común en el género, y que hubo quien ingenió mecanismos que sí desarrollaran la habilidad y permitieran formas más coherentes de asumir las pruebas deportivas, olímpicas ellas o no: hablamos de Epyx y su serie Winter, Summer Games etcétera (con California Games entre los más destacados) que no necesitaba finiquitar nuestro hardware para darnos una buena tarde de deporte sedentario. Al resto los condenamos con ira desde estas líneas.
California Games, un clásico de Epyx en que la jugabilidad sí era posible.