Lo primero que vemos como introducción es un acantilado enorme por la noche. Un águila nos guía volando hasta que, entre las laderas de la montaña apreciamos a un chico a caballo con un bulto de tamaño considerable llevando junto a él. Podemos ver que pasa una buena temporada viajando a lomos de su fiel medio de transporte, pasando todo tipo de parajes solitarios y desolados, bajo el sol, bajo la lluvia... El incesante viaje del chico no para.
Finalmente llega a un lugar enorme como sus ojos jamás habían visto. Es precioso, y al mismo tiempo vasto y vacío. Siguiendo un kilométrico y casi interminable puente, llegan a una especie de templo en el que deja al bulto que ha cargado durante todo el viaje en el altar. Le quita la capa que la tapaba, y descubrimos que es una mujer. Una bella mujer que parece que está carente de vida. Está blanca y fría.
Poco después, una voz retumbante que aparece de las alturas del templo comienza a hablarle al chico:
- “Así que posees la espada ancestral. Eres un mortal, por lo que veo”
- “¿Eres Dormin? He oído que en el lugar más remoto de esta tierra existe un Dios capaz de controlar las almas de los muertos.
- “Sí, estás en lo correcto. Se nos conoce como Dormin.”
- “Fue sacrificada por tener un supuesto destino maldito... Por favor, necesito que hagas que su alma vuelva a su cuerpo..."
- [El Dios se ríe] - “¿El alma de aquella muchacha? Las almas que se pierden no pueden ser reclamadas. ¿No es esa la ley de vosotros, los mortales?” - [Silencio incómodo] - “Con esa espada, de todas formas, puede que sí sea posible tu deseo.”
- “¡¿De verdad?!”
- “Exacto. Pero sólo si cumples con lo que nosotros te pedimos.”
- “Y, ¿Qué debo hacer?”
- “Contempla los ídolos de aquellos muros. Debes destruirlos a todos. Pero aquellos ídolos no pueden ser vencidos por las armas de un mortal.”
- “Entonces, ¿Qué podría hacer?”
- “En esta tierra, existen unos colosos que encarnan a cada uno de los ídolos. Si vences a los colosos... Los ídolos caerán.”
- “Comprendo.”
- “Pero ten en cuenta que el precio a pagar de todo esto puede llegar a ser muy alto.”
- “No me importa.”
Así empieza todo. A partir de entonces, nuestro protagonista deberá encontrar y destruir a todos y cada uno de los dieciséis colosos que completan el número de ídolos que deben de ser destruídos para que todo vuelva a ser como él quiere.
A lomos de su fiel caballo Agro, Wander, que es como se llama el chico, emprende la búsqueda por los enormes y desolados páramos de la Tierra Prohibida para dar caza a todos los colosos. Son unas batallas realmente encarnizadas, y los enemigos a los que se enfrenta son realmente enormes. Con resistencia y paciencia, y entre sueños y visiones, Wander consigue hacer caer a los colosos... Lo que ocurre después es algo que cada persona tiene el derecho innato a vivir y presenciar.