Relato propio

--- PRÓLOGO ---


La habitación está fría y húmeda. Las goteras cubren de agua gran parte de la estancia y las paredes mojadas, hacen que la temperatura del lugar no sea muy agradable. Varias ratas recorren la habitación de forma tranquila, como si no existiera un mundo a su alrededor.

La pequeña ventana de la que dispongo, deja entrar unos finos rayos de luz a través de los barrotes. La puerta de madera, permanece cerrada todo el día. Solo se abre durante unos segundos para recoger la bandeja de la comida del día anterior, y para dejar los nuevos alimentos para las próximas horas.

En el exterior se oye como la gente pide justicia. Aunque seguramente muchos de ellos no sepan que está ocurriendo, una sentencia de muerte atrae cada día a cientos de personas.

Tras varios días encerrado, la espera llega a su fin. Alguien en el exterior se aproxima con paso firme.

- ¡Levántate!. La hora ha llegado y pagarás por todos tus crimenes. ¿Algo que añadir?
- Ya he dicho todo lo que tenía que decir, y al parecer mis palabras se las lleva el viento. Terminemos con esto -dije con una sonrisa en la cara que no agradó demasiado al guarda-.
- Veo que todavía estás de humor. A ver si sonries cuando estemos en el exterior.

Me sacaron de la celda. Los oscuros y húmedos pasillos se me hicieron eternos. Al fondo veía la luz del día. Hacía una semana que un rayo de sol no tocaba mi piel.

Tarde varios segundos en acostumbrarme a la luz del exterior. Me dolían los ojos. La gente gritaba eufórica. Pedían justicia por algo que no hice, pero eso a ellos les daba igual. Que mejor forma de empezar el día, que con una ejecución, aunque sea la de un inocente.

Subí las escaleras que me separaban de mi final. Un hombre con capucha me agarró del brazo y me subió a una pequeña silla. Rodeó mi cuello con lo que pondría fin a mi vida. La gente gritaba cada vez más alto.

Un hombre vestido con ropa elegante se acercó.

- ¿Unas últimas palabras antes de la caida? -me dijo con una gran sonrisa-.
- Sí. Me llamo Erik BlackBlood, conocedor de la magia prohibida. Pagareis por vuestros pecados. Vuestro futuro, desde este instante, está condenado.
- Unas palabras que quedarán en el olvido -dijo mientras se reía-. Sin tu Marca no eres nadie. En unos años tu nombre caerá en el olvido. Hasta nunca, Erik.

El verdugo activó la palanca, y mi cuerpo cayó un par de metros al vacío antes de pararse en seco. Mi rostro no dejaba de sonreir. No eran conscientes de lo que acababan de hacer. Su futuro estaba condenado.


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A varios miles de kilómetros de distancia, un joven de 8 años se despierta en su cama. Está ardiendo y sudando. Su madre, que está cerca, se despierta sobresaltada.

- ¡¡Que alguien me ayude!! - gritó rápidamente-. Zeryk, hijo, pensé que te había perdido. Esto es obra de los Dioses. Han escuchado mis plegarias.

Varias personas se acercaron a la habitación del niño. Sus ojos mostraban asombro a la vez que alegría. Hace escasas horas, el joven había perdido toda posibilidad de vida, y ahora, parece completamente recuperado.

No obstante, las cosas no ocurren de forma aleatoria. Este suceso tendrá repercusiones que aun nadie es capaz de imaginar. Zeryk, desde este preciso instante, tienes en tus manos, el destino de todo un Mundo.

Aquí comienza la Leyenda de Zeryk, uno de los Portadores de la Marca.

Darky escribió:La parte final me ha gustado bastante, cuando pasa a la parte del niño. Ha molado mucho.

Zero escribió:Me ha gustado bastante. Como dice Wodux, invita a seguir leyendo. Si algún día te da por continuarlo, me gustaría leerlo.

--- CAPÍTULO 1 ---

En Misttlorf, la gente vive el día a día como puede. Unos son simples campesinos que labran sus tierras para tener algo que comer. Se quedan con parte de la cosecha y venden el resto para sacar algunas monedas con las que cuidar de sus hijos, y de ellos mismos. Viven en casas no demasiado lujosas, pero les dan el cobijo que necesitan para seguir adelante.

Otros se tienen que conformar con comer un par de veces a la semana. Sobreviven de las donaciones y las limosnas de los demás habitantes. Su hogar es la calle, y dan gracias a los Dioses si consiguen superar el frío invierno. En muchas ciudades, a esta gente se la rechaza y se las expulsa dejándolas a la intemperie; al peligro del clima, los animales, y otras criaturas mucho más peligrosas.

Por último, encontramos a los que viven por todo lo alto. Los que disponen de lujos que el resto de personas nunca podrían imaginar, ni en sus mejores sueños. Poseen pertenencias que nunca van a usar, o que usan en contadas ocasiones a lo largo de su vida. Pero son estas cosas las que les dan el poder y el estatus del que disfrutan. Tienen siempre criados a su entera disposición. En la mayoría de los casos son personas que no tienen otra forma de ganarse la vida. Trabajan durante muchas horas por unas pocas monedas.

Pese a que todos estos grupos sociales tienen su lugar en Misttlorf, otro grupo de personas se ocultan del resto. No porque no sean aceptadas, si no porque desean pasar desapercibidas. Durante siglos han vivido alejadas del resto de personas. Nunca pisan una ciudad a menos que no haya otra alternativa. Se abastecen en pequeños pueblos, y siempre sin que la gente les vea más de lo necesario.

A este grupo de personas se les conoce por ser poseedores de la Marca. Esta les permite realizar acciones increibles que el resto de personas no son capaces de imaginar ni en sus mejores sueños. Muchos dicen que son un Mito. Otros tantos afirman haberlos visto alguna vez. Pero todos ellos estan de acuerdo en una cosa, son extremadamente peligrosos y no se debe tener contacto con ellos. Aunque no todos son así.

A este misterioso grupo de personas se les conoce como Los Portadores. Y es uno de ellos, el que cambiará el curso de la historia.

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Han pasado 7 años desde que habían perdido toda esperanza. El joven, estaba al borde de la muerte, pero un milagro le devolvió la vida en el último momento. Desde entonces, Zeryk ha disfrutado de la vida como si fuera el último día. Ha ayudado a todo el mundo, y es muy querido por todos.

La gente piensa que no es como el resto de las personas. Que aquel día, algo cambió en su interior. Y sin duda alguna, no están equivocados. No obstante, su potencial interior aun no ha sido despertado. Es necesario un estímulo externo, una Marca que libere todo ese poder. Dicho estímulo está mucho más cerca de lo que Zeryk pueda imaginarse.

Este suceso, cambiará su vida para siempre.

Darky escribió:Me ha gustado el tema de Los Portadores. Y tengo ganas de ver a Zeryk en acción.

Por ahora mola mucho, aunque sí, un poco corto xD.

Zero escribió:Digo lo mismo, mola el tema de los Portadores y dan ganas de saber más de ellos, pero es excesivamente corto.

Wodux escribió:A la espera de la continuacion,no esta mal,pero como tiene el Clifhanger final que enlaza con el prologo te deja con ganas de mas

--- CAPÍTULO 2 ---

El crepúsculo trajo consigo un día soleado, y Zeryk tenía por delante toda una jornada de trabajo y emociones. Se levantó a primera hora de la mañana con la llamada de su madre.

- Zeryk, cariño, es hora de levantarse. Tienes cosas que hacer.
- Ya casi estoy, un minuto -dijo sin quitar la sonrisa de su rostro.

La madre no podía ser más feliz. Tenían un hogar, comida en la mesa, y el mejor hijo del mundo. Aunque eso era algo que todas, o casi todas, las madres pensaban. Desde aquella lejana tarde, Zeryk se había convertido en un niño responsable y trabajador. Aunque eso no le impedía jugar con sus amigos y disfrutar de la vida tal y como lo hace un joven de 15 años.

Salió corriendo de la habitación y bajó las empinadas escaleras. Cogió el dinero que había encima de la mesa y abrió la puerta al exterior, al mismo tiempo que se despedía de su madre con un cálido y lento movimiento de mano.

Tenía que hacer recados durante toda la mañana, lo que supondría recorrer prácticamente todo el pueblo. Aunque no le importaba, pues tenía la mente en otra cosa. Por la tarde vendría un hombre al pueblo capaz de realizar cosas increibles y no tenía intención de perdérselo. Era algo que no se veía todos los días.

Recorrió varias tiendas comprando las cosas que le había dicho su madre. Fue a recoger varias prendas de vestir que había dejado a una anciana para que se las arreglara. A veces Zeryk era demasiado entusiasta a la hora de jugar, y rompía la ropa. Son cosas de niños, pensaba siempre la madre al tiempo que le decía que tuviera cuidado la próxima vez.

Muchas personas le tenían un especial cariño al joven, por lo que en ocasiones le entregaban comida extra, o le hacían un pequeño descuento por ser quien era. Él lo agradecía siempre con gran efusividad.

La mañana había pasado rápidamente y los recados estaban terminados. Llegó a casa cansado pero con la sensación del trabajo bien hecho. Su madre le dió un par de monedas para que se comprara lo que quisiera, pero Zeryk sólo aceptó una de ellas. Decía que dos eran excesivas para el trabajo que había realizado.

- Eres demasiado bueno, hijo -dijo con el rostro lleno de orgullo-. Supongo que no puedo quejarme. Por cierto, ¿hoy no era cuando venía ese hombre desde tierras lejanas?
- Así es mamá. ¿Puedo ir a prepararme para su llegada?. Me gustaría estar el primero en su espectáculo.
- Por supuesto, hijo. Te lo has ganado con creces -le dijo la madre mientras le acariciaba el pelo-. Pero ten cuidado, nunca se sabe lo que puede pasar.

Zeryk afirmó con la cabeza y salió corriendo de la casa. Se dirigió a la plaza del pueblo y allí, sentado, esperó.

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- Señor, hemos encontrado la Marca -dijo un hombre de mediana edad, al tiempo que hacía una exagerada reverencia-.
- Al fin. ¿Dónde se encuentra?
- Se dirige a un pequeño pueblo. Al parecer tiene pensado hacer un pequeño espectáculo esta misma tarde -dijo sin levantar la vista del suelo-.
- Fantástico. Haced los preparativos, marchamos de inmediato.

El hombre abandonó la sala con gran rapidez para cumplir el mandato de su señor. Éste se quedó sentado en su silla. Una silla hecha con la madera más lujosa que existe; llena de elegantes y hermosos grabados realizados por los mejores artesanos. Su color oscuro y apagado, emitía una extraña sensación. Un sentimiento de odio y miedo, como el que transmitía el hombre que se sienta en ella. Éste se quedó pensativo, con una sonrisa que denotaba maldad. “Mis años de búsqueda terminaron”, dijo para si mismo mientras se levantaba y recorría el enorme salón.

- Con esta Marca podré conquistar y subyugar a todos aquellos que se opongan a mí. Nadie quedará impune. Todo el mundo conocerá el poder de Ulth, Portador del Fuego.

Y tras estas palabras, Ulth salió de sus aposentos y con la cabeza bien alta, puso rumbo hacia Misttlorf.