-Ay, Paqui, por Dios, qué susto más grande.
-¿Qué te ha pasado, Pepi?
-Ay, Paqui, qué susto.
-¿Pero qué te ha pasado?
-Mira, el otro día, entré en mi habitación y de debajo de la cama salió mi hijo gritando. Ay, Paqui, qué susto. Mira, el corazón a mil y casi pensé que me daba un infarto.
-Pero eso son chiquilladas, Pepi, no hay que ponerse así.
-Hombre, cuando mi hijo estaba vivo también lo hacía pero me asustaba menos, no sé cómo lo ves.
ES GRASIOSO PORQUE EL NIÑO ESTÁ MUERTO.
-¿Qué te ha pasado, Pepi?
-Ay, Paqui, qué susto.
-¿Pero qué te ha pasado?
-Mira, el otro día, entré en mi habitación y de debajo de la cama salió mi hijo gritando. Ay, Paqui, qué susto. Mira, el corazón a mil y casi pensé que me daba un infarto.
-Pero eso son chiquilladas, Pepi, no hay que ponerse así.
-Hombre, cuando mi hijo estaba vivo también lo hacía pero me asustaba menos, no sé cómo lo ves.
ES GRASIOSO PORQUE EL NIÑO ESTÁ MUERTO.