Sin duda era uno de los títulos más esperados de toda la programación de Sitges por los fans del cine asiático, desde el mismo día en que se anunció que entraría en la programación: sesiones agotadas, colas kilométricas y mucha expectación ante el live-action de “Rurouni Kenshin”, basado en el mítico manga y anime que tanto hizo por que la cultura popular japonesa se propagara como lo hizo por nuestro país.
Aunque los diversos trailers que habíamos podido ver, inducían a pensar que esta vez quizás no tendríamos que salir del cine renegando como en otras adaptaciones manga, poco podíamos esperar lo bien que acabaría la sesión, con aplausos entusiastas y unánimes ante una película que respeta profundamente tanto la historia, como sobretodo el fondo del manga original.
La película “Rurouni Kenshin” es todo lo que los fans del samurai de la cara marcada podíamos esperar, y un excelente film de samurais para los profanos amantes del género.
Tomando los tres primeros tomos Kanzenban de la serie como referencia, la película narra la historia de Kenshin, un samurai vagabundo que tiene un encontronazo con Kaoru Kamiya, una joven que lleva el dojo familiar junto a su único alumno, Yahiko. La joven esta en problemas ya que alguien que se hace llamar Battosai “el asesino”, un samurai cuyas historias corren de boca en boca desde el final de la batalla en que los partidarios del emperador derrocaron al Shogun , dando paso a la moderna era Meiji, esta apartando a los alumnos de su dojo.
Keishi Otomo, un director que proviene sobretodo del mundo de la televisión, ha realizado un gran trabajo en esta adaptación, en que respeta casi al pie de la letra la historia original, así como el fondo, las motivaciones y personalidades de los personajes.
Realmente lo único que modifica son, además de reemplazar a un par de villanos por el malo principal, pequeños detalles como las presentaciones de personajes para dar a la narrativa de la película mucha mayor fluidez, evitando así ese look capitular que podría haber sufrido. A diferencia del manga, aquí vemos desde los primeros minutos de la película al histriónico villano, cuya historia vamos compaginando con las aventuras de Kenshin y Kaoru, además de unir las dos tramas mucho más rápido.
Como adaptación del manga original es simplemente perfecta, ya que además mantiene completamente la ambientación original, tanto en los diseños de personajes, que apenas sufren alguna modificación en algún caso, como especialmente en la magnifica puesta en escena de la película, llena de detalles que nos remiten a la época Meiji. El cuidado para transmitir la situación histórica del Japón de ese momento, tanto a través de guión como de puesta en escena, parece máximo.
Pero donde el film brilla para todos los espectadores, conocedores del manga o no, es en las escenas de acción. Es espectacular, con unas coreografías magníficas que saben aprovechar a la perfección a los personajes y sus características combinándolo con una estética moderna, que dan pie a unos combates llenos de movimientos a gran velocidad. Seguramente sea lo más destacable de la película por esa espectacularidad.
Un elemento que podía producir dudas era de si Takeru Sato, al que habíamos visto salir airoso de otras adaptaciones como “Beck”, sería capaz de interpretar a Kenshin convincentemente. Por suerte el actor lo da todo en la película, y esta sensacional tanto en las partes más ligeras, como en los momentos oscuros, y especialmente en la acción. A pesar de las limitaciones físicas del actor, estas nunca se reflejan en pantalla: buena elección del director Otomo, que aceptó el trabajo con el actor ya en mente.
Lo mismo se puede decir de Emi Takei, de quien veíamos otro film en la programación como el “For love´s sake” de Miike, que aunque aquí cumple perfectamente como Kaoru, realmente no tiene tantos momentos de lucimiento personal. Hubo aplausos en la sala con la primera aparición de Munetaka Aoki como Sanosuke Sagara, y muy merecidos ya que el actor desborda esa energía del personaje aportando muchos puntos de humor.
Pero si hay alguien del reparto que se come realmente a los demás no es tampoco Teruyuki Kagawa, desfasadísimo como el villano megalómano Takeda, un actor que es un valor seguro en todas sus apariciones, sino Yu Aoi, absolutamente despampanante como la misteriosa Megumi.
Admito que es uno de mis personajes favoritos por su ambigüedad y esa personalidad que se ve forzada a mostrar ante los demás, pero la actriz realmente lo borda. Esta a un nivel diferente de los demás, con mucha más naturalidad y esa presencia siempre cautivadora.
Las dos horas y cuarto de metraje pasan volando, la historia fluye de manera excelente y el único punto que puede tirar para atrás a los fans del cine asiático pero no del manga, es el diseño demasiado caricaturizado de algunos de los villanos menores con los que se ha de enfrentar el grupo en la parte final. Esos golpes de humor constante en la parte más cotidianas se han rebajado -aunque el “Oro!” sigue ahí-, y el tono es un poco más serio, pero el corazón de la serie, los personajes, el honor, y ese sentir un tanto fuera de época en un país en cambio profundo, esta muy presente.
La película funciona de maravilla, y seguramente deje satisfechos a la mayoría de fans del original.
Deseando desde ya una secuela que continúe la historia de Kenshin, Kaoru, y compañía.
No es o no debería ser un acto de extrema complejidad el adaptar el maravilloso Rurouni Kenshin, manga mítico de adolescencia, al formato cinematográfico. Al fin y al cabo es una historia de redención, con acción por un tubo, galería de personajes carismáticos y una definición de sagas bien marcada. Pero aun así uno resopla de alivio y al mismo tiempo sonríe de alegría al comprobar que su paso al cine se ha cuidado con cariño, en una película de acción acertadísima y una perfecta transformación del formato cómic a la pantalla grande. Podéis estar tranquilos, la película de Kenshin cumple, de sobras, con cualquier expectativa.
El guión sabe seleccionar con muy buen atino los componentes que deberían marcar esta, por ahora, primera película. No es que quede un final extremadamente abierto ni se quede a la mitad, para nada, sino que sabe plantar bien las bases de una posible saga al mismo tiempo que no deja de ser una gran película de acción samurai, con una buena estructura que empieza, continúa y acaba. Punto. Estoy seguro que en tierras japonesas ya están pensando en las secuelas, pero esta Rurouni Kenshin se podría ver como una película unitaria como tal. Eso sí, si os gusta, el material que queda para dos películas puede ser enorme. Ahí dejo el aviso.
En cuanto al público que se acerque sin conocer los cómics, disfrutará igual o más de una excelente pieza de honor samurai, más cercano a la acción contemporánea que al cine clásico japonés, pero estimable aún así de principio a fin. No es una película de autor, ni una gran reflexión; se trata de una de acción con ganas de contar algo y disfrutar en la sala de cine. Ni tollinas como panes 100% ni monólogos interiores sin fin; un delicioso punto medio totalmente comercial y sin pretensiones.
Narra con acierto el estado, físico y mental, de unos samurais que ya no se les quiere en época de paz. Unos seres que han vivido para matar y luchar por tiempos mejores, ahora no encajan en aquello por lo que se han sacrificado. Un poco el dilema del soldado, muchas veces explotado pero que aquí fluye con naturalidad. El personaje de Saito (otro acierto en la adaptación), deja clara su frase de “vivimos y morimos por la espada”. Estos japoneses, cuando se ponen honorables, son la bomba.
No os preocupéis los fans por la falta de material o los no fans por el exceso de innovación; Rurouni Kenshin es un ejemplo perfecto de lo que tiene que ser una adaptación: totalmente consciente del formato donde se mueve, con un gran casting para dibujar a unos personajes ya idealizados y plena consciencia de que esto es una película, y no un capricho para los seguidores. Tótems gigantes como la adaptación de 20th century boys padilecían de calidad frente a fidelidad, pero cosas más marcianas como Gantz demostraron que todavía hay esperanza para no perdernos en el camino y tirar para el espectáculo o el amor por la obra original. Aplausos, así sí que se comienza una saga de acción.
Lo mejor: la fidelidad al cómic y el no perder ni ritmo ni calidad al ser así.
Lo peor: sus pequeños problemas de ritmo, más propios del mismo cine japonés.
En resumen, la película es muy fiel al manga, tanto los fans como los neófitos disfrutarán del argumento y escenas de acción, y la banda sonora es soberbia.