Ha muerto Manolo Tena

Manolo Tena tiene tatuadas unas letras japonesas en su antebrazo. "Significan sobrevivir". Él es un superviviente y un poeta, uno de los músicos malditos que sobrevivieron a la Movida y a su propio éxito. Sus 'Antonios' (Antonio Vega y Flores) ya no están aquí para contarlo. Tampoco Enrique Urquijo. Aunque él sigue hablando con ellos e incluso les deja un vaso de whisky en los bares que frecuentaron. "Para mí es como si estuvieran de viaje. Yo los siento conmigo".

Tras un largo silencio, el autor de himnos como Tocar madera o Sangre Española (incluso la coreaban en Cataluña) regresa con un nuevo disco, Casualidades, y un documental en el que, por primera vez, habla de su enfermedad. "Para mí la adicción es una enfermedad y yo tengo una enfermedad, soy un adicto. Pero en esta sociedad no se reconoce como una enfermedad, se conoce la diabetes, el cáncer... Pues es lo mismo. La adicción es una enfermedad obsesiva, compulsiva, que te lleva a meterte aunque sepas que te estás matando", confiesa en la cinta a la que LOC ha tenido acceso.

El título de su nuevo disco tiene que ver con esas casualidades que desbaratan los planes que uno tiene en mente. De hecho, Tena, a sus 63 años y después de que estrellas como Ricky Martín o Luz Casal utilicen sus canciones en sus repertorios, no tenía intención de volver a grabar un disco. No es que hubiera perdido la pasión por la música ("yo he compuesto hasta en mis peores momentos, en las servilletas de los bares"), era otra cosa. "Hubo un momento en el que uno confunde el valor de las cosas con el precio de las cosas y se da cuenta de que le han tomado el pelo económicamente. Que debe cientos de miles de euros a Hacienda y que nunca va a poder pagar aunque viva 200 años. Y resulta que el resto, las editoriales, las distribuidoras, están bien con Hacienda. La vaca que da la leche es la que se ha quedado con la deuda. Entonces, al llegar ahí me dije: 'Yo paso de seguir trabajando para esto'. Daba mi carrera por terminada. No podía hacer un contrato con nadie, no podía cobrar porque estaba embargado, mis contratos eran siempre muy complicados..."

Su comportamiento errático tampoco jugaba a su favor. "No soy una persona muy sociable. No voy a fiestas, no me gustan los besamanos... Llegó un punto en el que la gente dejó de llamarme, de encargarme canciones... Todos hablaban bien de mí pero no querían nada conmigo".
Buenos amigos

Sin embargo, para su sorpresa, todavía había quien creía en él y decidió grabarle un disco. "Yo pensé que iba a ser una cosita para Internet". Además, una larga lista de amigos hablan (bien) de él en el documental que presentará el martes 22 a la prensa: Ana Belén, Víctor Manuel, María Dolores Pradera, Pepe Navarro, Pancho Varona, Luz Casal, María Teresa Campos, Rosendo, Luis Eduardo Aute, Miguel Ríos... Tan sólo se echa de menos a Joquín Sabina, quien le dedicó su tema Conductores suicidas. "Yo de él sólo puedo decir cosas buenas. Es un amigo de verdad. Incluso cuando estuvimos enfadados, me produjo un disco".

Dirigido por su hermano Rafa, el documental sobre el cantante recorre su larga trayectoria (de Cucharada a sus discos en solitario pasando por Alarma) y arranca en uno de sus momentos más bajos. Fue hace cinco años, en la localidad coruñesa de Cee. Tena había sido contratado para animar las fiestas del municipio. Sin embargo, apenas podía balbucear entre los sonidos de los músicos que hacían lo que podían por seguirle el ritmo. Desde el ayuntamiento quisieron incluso denunciarle por incumplimiento de contrato.

Con 27 años ya había sufrido una crisis esquizofrénica por el consumo de marihuana. "Alguien debió decirme que era alérgico". En las tres décadas que median entre ambos sucesos, el artista ha deambulado por multitud de centros de rehabilitación, clínicas de desintoxicación, granjas de retiro... "Al final, los mejores psiquiatras son los camareros. Ahora, los he cambiado por el gimnasio. Es importante que tu cerebro genere endorfinas y luche contra el pensamiento negativo".

Al artista no le gusta ponerle nombre a su adicción. "No hablo de drogas en el documental". Sin embargo, en la cinta no tiene problemas en rememorar sus tiempos en Malasaña, cuando tocaba en el Café Manuela. "Siempre había alguien que venía con una nueva química que probar. Al principio me sentó muy bien, pero a la larga muy mal".

Pregunta.- ¿Cree que está curado?

Respuesta.- No, un adicto se puede recuperar pero no curar. Tú tienes ante ti a una persona que es un adicto y que está en recuperación. Ahora no necesito un paliativo de nada. Soy libre de elegir si me tomo una cerveza o no. Pero cuando estás en consumo activo, no eres dueño de ti. Para mantener este estado de calma tienes que estar muy atento. Yo hago meditación y terapia para mantener el estado de serenidad que necesito, porque la enfermedad quiere hacerte recaer... Yo casi me he matado, porque es lo que quiere mi enfermedad.

Su lucha por alcanzar ese estado de tranquilidad del que ahora disfruta ha sido muy dura. "Yo he estado peor que muerto", confiesa en el documental. "Estaba sin paz posible y con muchísimas penalidades físicas y mentales, estaba en el filo de la navaja... Yo muchas veces decía, amo la vida y por eso no me he suicidado, pero ojalá pudiera estar en paz".



Este infierno personal no impidió a Tena lograr hitos como llenar la Plaza de Las Ventas. "La gente le tiraba bragas rojas y él lloraba porque le había costado mucho llegar allí", recuerdan en su documental. Eran principios de los 90, durante la gira de Sangre Española, un disco del que despachó más de medio millón de ejemplares. Quizás, fue su época de máximo esplendor, cuando pasaba largas temporadas viviendo en Miami, donde conoció a la actriz de origen cubano Marlene Alto, con la que contrajo matrimonio en 1994. Hace unos años también se especuló con una relación con la modelo Sandra Ibarra, que él negó.

Ahora, vive con Ana, su mujer, y su hija pequeña, Manuela. Asegura que ésta le deja en ridículo cuando le enseña sus notas. "Siempre saca un 10. Yo que no aprobaba nada... Le digo que mejor así, que si estudia con beca no me va a costar dinero", dice sonriendo. Tena tiene otros dos hijos, Miguel, el mayor, que también canta ("compone mejor que yo, pero tiene mi misma cabeza") y Borja, un "autodidacta", que trabaja en la próspera industria de los videojuegos.

A su familia, De Tena y Valderas, está dedicado Casualidades, un disco en el que demuestra que su capacidad para la poesía sigue intacta. También está dedicado a sus "verdaderos" amigos y a "aquellas personas que me ayudaron sin condiciones, alrededor, cuando casi todo el mundo sólo buscaba ferozmente hacer leña del árbol caído".

Ahora, que ha dejado atrás su infierno, sólo tiene una aspiración. "Alcanzar el respeto de la sociedad, ser una persona más. Convivir con la enfermedad y mis problemas, pero sin romper ningún plato y sin meter el dedo en el ojo a nadie".